En algún punto, hoy todos/as los/as luchadores/as de Neuquén nos sentimos Sandra Rodríguez. Es un poco extraño ver nuestra cotidianeidad invadida, sobrepasada, espectacularizada a partir de un hecho tan horroroso como el asesinato de un compañero.
Desde el momento mismo en que Poblete le disparó a Fuentealba, empezó un año vertiginoso, que se nos pasó entre marchas, escraches, festivales. Nunca confiamos en esta justicia que tenemos. Hoy, tampoco. Sobisch, el asesino, goza de impunidad. Poblete, hace catorce meses y un día, era el esposo golpeador que había actuado en la represión que asesinó a Teresa Rodríguez y que, aún procesado por varios delitos, había sido convocado por el grupo de tareas encargado de la cacería de Arroyito. ¿Por qué debiéramos creer que este nuevo proceso llevará a una verdadera condena del asesino?
Quizás porque el asesinato fue público, y televisado. Como los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, que también estaban en la calle peleando por su derecho a un trabajo digno. La “mano dura” de la justicia llegó sólo hasta Franciotti y los demás policías que actuaron en aquella oportunidad. De los responsables políticos, nada. Quizás el pedido de justicia por el asesinato de Carlos Fuentealba llegue a mejor puerto. Porque para la justicia burguesa que tenemos la vida de un maestro Carlos no es la de un desocupado.
¿Y más allá de la justicia?? ¿Los medios de comunicación? ¿La sociedad? Más allá de la justicia, lo mismo. En estos momentos en los que se inicia el juicio contra el cabo, en el interior del recinto están los jueces, los abogados, los testigos, Sandra Rodríguez y un montón de personas y personajes de diferentes lugares del país. Afuera, en la calle, está Ruth, militante de Aten: “es importante estar en la calle pidiendo juicio y castigo, es necesario estar en la calle para conseguir justicia, para que el corrupto de Sobisch pague por lo que hizo”. Para Ruth, como para los/las miles de docentes que hace más de un año iniciaron una cruda huelga por aumento salarial, su lugar es la calle.
Los/las docentes no están solos/as. Estamos quienes siempre estuvimos: los/las obreros/as de Zanón, los/as trabajadores/as estatales, los/as estudiantes secundarios/as, terciarios/as y universitarios/as, los medios de comunicación alternativos y las madres de Plaza de Mayo de Neuquén y Alto Valle. Inés Ragni, una de nuestras madres, dice: “nos quedamos afuera del recinto porque la justicia se reclama todos juntos, con el pueblo. El pañuelo blanco de Neuquén, está en la calle, donde le corresponde, porque Carlos Fuentalba si estuviera luchando por un compañero estaría afuera”
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