A propósito del rescate de Ingrid Betancourt

Pensamientos ambiguos y un futuro incierto: a propósito del rescate de Ingrid, los tres estadounidenses y los soldados en poder de las FARC –EP.

Autor: Alexander Gamba Trimiño

Dirección Nacional Colegiada Red de Justicia Comunitaria y Tratamiento del Conflicto

Colombia.
Una extraña mezcla de pensamientos despierta el rescate exitoso que hizo el ejército colombiano en las selvas colombianas el 2 de julio de 2008. De un lado la alegría de saber que están con vida, que se re-encuentran con sus familias y que se acaba un suplicio (el secuestro) que no tiene ninguna justificación y que a todas luces es un acto de inmensa inhumanidad, así como ser el mayor error político en la historia de la insurgencia Colombiana.
De otro lado un sentimiento de incertidumbre se apodera del ambiente, porque la liberación de los secuestrados no fue una acción de paz, o de reconciliación, ni fruto de un gesto de negociación, sino que es el resultado de un engaño muy bien fabricado gracias a los mecanismos de inteligencia militar, sólo comparable a la maestría con que se elaboraron los falsos positivos en la pasada campaña presidencial; y que antes que allanar los caminos del diálogo y la negociación política y buscar ponerle fin tanto al drama de los secuestros como al conflicto social y político que padece el país, los aleja. No fue sólo un rescate, fue en esencia un mensaje, el triunfo de la mirada de la salida militar y eso es grave y triste. Grave porque implica que las acciones militares se incrementan, que el militarismo del actual gobierno se va a aumentar y con ellos no solamente los golpes a las FARC, que son evidentes, sino también y esencialmente la militarización de la sociedad colombiana, el belicismo y así mismo, la persecución permanente a los sectores de oposición legal del país. El gasto militar aumentará, así mismo la “ayuda “del Plan Colombia, y ni que hablar del respaldo de los televidentes y radioescuchas colombianos a los gestos militaristas del actual gobierno. En el escenario inmediato ganó la doctrina del garrote, de la fuerza militarista y perdió la posibilidad cercana de una salida política y negociada del conflicto colombiano.
Así mismo quedan muy mal golpeadas las llamadas acciones humanitarias y la mediación en eventuales procesos de paz o de humanización de la confrontación. El hecho de que la operación fue fruto de un engaño en donde se usurpó la identidad de una entidad humanitaria, emulando los helicópteros que usó Venezuela y la Cruz Roja en pasadas liberaciones, usando lenguajes similares, aprovechando la visita y el despliegue mediático de la autorización de dos delegados del gobierno Suizo y Francés para que se entrevistaran con Cano justo en los días del operativo, colocan a esta misiones en jaque ante cualquier acercamiento humanitario con las FARC y es un mensaje claro: las únicas alternativas que les propone el gobierno de Uribe es plomo o rendición, no una negociación política.
Da rabia y frustración ver como las FARC desperdiciaron el cuarto de hora de noviembre, diciembre (2007) y enero (2008) cuando Hugo Chávez y Piedad Córdoba generaron todas las condiciones para una negociación política al conflicto con la participación de los países latinoamericanos. El Florida y Pradera de mayor valor era la conformación de este grupo, que al estilo de Contadora permitiese que la negociación, avanzara por un lado en la liberación de todos los secuestrados y de los presos políticos y por otro en la construcción de reformas urgentes como la de la redistribución de la tierra y en el cese de la confrontación armada para generar condiciones de una Colombia en Paz, con Justicia Social y garantías para ejercer la oposición. Hoy no sólo se perdió esta gigantesca oportunidad, sino que al aparecer se catapultó al régimen de derecha con la visión militarista por uno cuantos años más en el poder, bien sea en cabeza de Uribe, Juan Manuel Santos, o en el caso de que los sectores de derecha del Polo ganen el pulso interno e impulsen la izquierda que quiere la derecha, como es la apuesta de Lucho Garzón.
Males aves deambulan por los cielos colombianos, helicópteros de falsas acciones humanitarias en las selvas del Yarí, las águilas negras (paramilitares) surcan los campos de la cordillera nariñense, en el Magdalena Medio se reúnen a beber agua cerca al río Sogamoso, en Bogotá desparecen a Guillermo Rivera, asesinan a varios dirigentes sindicales, la guerra se acrecienta, la doctrina militarista gana adeptos y la paloma de la paz negociada se queda sola en un lejano desierto de la incertidumbre.

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